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8/8/09

Quinto día en Moscú: Circo

El día anterior sacamos entradas para el circo de Nikulin. Es un circo fijo, nada de los circos ambulantes españoles. Situado en una céntrica calle, es el más famoso de Moscú y los mejores cómicos y artistas circenses han pasado por su pista.

Para llegar hasta allí cogimos por primera vez el metro. El metro es otra de las peculiaridades de Moscú. Todas las estaciones son amplias y luminosas, con el andén en el centro y detalles que las hacen todas distintas. El metro, sobretodo en el centro está muy, pero que muy, por debajo del nivel de la superficie. Las escaleras mecánicas, indispensables, son larguísimas.

El metro está bien señalizado y es difícil perderse, si sabes donde quieres ir. Le faltan paneles informativos, ya que el mapa completo de la red de metro se encuentra solo a la entrada de la estación. Además, el nombre de la parada solo aparece en cuatro ocasiones dentro de la estación, pero si estás un poco atento, no te confundes.

Los vagones de metro son antiguos pero están bien conservados. Son muy ruidosos, ya que al no tener aire acondicionado, van con las ventanillas bajadas. Por lo demás, la frecuencia de paso es muchísima, cada 2 minutos hay un tran, y además van rápido.

Las estaciones más bonitas son las que forman la línea circular. Todas distintas, parecen museos. Los mejores artistas de la ex-unión soviética participaron en la construcción de esta línea.

El circo era a las 14:30 y comimos en un café, Shokoladnitsa, situado en las mismas instalaciones del circo. Al entrar encuentras las mismas paraditas que en un circo en España: algodón de azúcar, palomitas, regalos y juguetes para niños, fotos con animales... Casi todos los asistentes eran padres con sus hijos que venían a disfrutar del espectáculo.

Una vez sentados en nuestros asientos disfrutamos de un gran espectáculo. La idea del mismo era la representación de las regiones de Rusia con actuaciones de todo tipo. Muy bien coordinadas y con una ejecución técnica asombrosa. Realmente el circo ruso está muy por encima de lo que se puede ver en España.

Después de más de 2 horas de espectáculo, a la salida, los niños se pueden hacer fotos con los animales que participan en él. Por 500 rublos (los precios varían de 450 a 2000 rublos), que cuesta la entrada, merece la pena ver un circo con una historia de más de 120 años.

Para acabar el día, estuvimos paseando por el centro comercial Evropeiskiy y compramos un osito personalizable, pero ya lo explicamos en otra entrada.

Para cenar, comimos una patatas rellenas en Kroshka-Kartoshka, que nos llevamos a casa. Para beber cogimos una Fanta naranja, que nos llamó la atención, ya que son de un naranja muy intenso (butanero). El sabor es un poco más artificial pero no está mal.

Escrito por: Suso


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