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7/8/09

Cuarto día en Moscú

Este cuarto día hemos ido al Kremlin. Esta es la visita obligatoria que todo el mundo debe hacer a Moscú. Comenzamos la visita en los jardines de Alejandro. Se encuentran en el lado noroeste del Kremlin y recorre todo este lado. Es un jardín perfectamente cuidado, con figuras hechas con flores y estatuas conmemorativas. En este jardín se encuentra la tumba del soldado desconocido en conmemoración a la victoria en la Segunda Guerra Mundial. En la tumba arde la llama eterna traída directamente de Leningrado.

Junto al jardín se encuentra la Plaza Manizhnaya, donde se encuentra un enorme museo del mismo nombre. El resto de plaza esta adornada por jardines y varias cúpulas iluminadas, que son el techo de un centro comercial subterráneo que ocupa toda la plaza.

Acto seguido, entramos en la Plaza Roja por la puerta Iverskaia (de la resurección), que, junto al Museo Histórico Estatal, forman uno de los lados de la Plaza Roja. En este tramo encontramos paraditas de souvenirs y varios moscovitas disfrazados de distintos personajes históricos que cobraban por hacerse una foto. Algunos se parecían bastante al original, sobretodo el de Lenin. Junto a estos personajes también encontramos a un mono y un caballo para hacerse fotos con ellos. No sé, pero en Rusia parece tradición hacerse fotos con monos disfrazados. Dentro de la Plaza Roja destaca el tamaño, es muy grande, pero, como pasa con todo, cuando lo ves por la televisión, parece aun más grande. En el centro de la plaza encontramos el Mausoleo de Lenin. Es curiosa la cantidad de bodas que pasaban por la plaza y los jardines de Alejandro.

Cruzamos la plaza hasta la Iglesia de San Basilio el Bienaventurado. Es una obra preciosa y llena de encanto.

Para completar la vuelta a la Plaza Roja pasamos por el centro comercial GUM. Allí nos encontramos las boutiques más caras de todo Moscú. Es un edificio precioso que ocupa casi todo el lateral de la plaza. Entramos para echar un vistazo y nos encontramos a otros novios realizando el reportaje de la boda:)

Luego nos dirigimos a la entrada del Kremlin. El acceso se hace a través del puente, que atraviesa los jardines de Alejandro, entrando por la Torre de la Trinidad. El otro extremo del puente lo forma una pequeña torre defensiva. A ambos lados de esta torre encontramos las taquillas para las entradas. Se forman colas bastante largas y se venden varios tipos de entradas: la entrada al recinto cuesta 350 rublos y el acceso a la Armería 700 rublos. Las entradas al museo de joyas se venden dentro del recinto, y cuentan 500 rublos. Es caro, pero merece la pena. Es curioso, pero las entradas a la Armería se venden 45 minutos antes de la sesión. Ni un minuto antes. Así que todo el mundo que quiere entrar en la Armería y ha estado media hora haciendo cola, debe esperar dentro de la caseta de las entradas para comprarlas. Antes de entrar debíamos dejar los bolsos en un guardarropa justo debajo de las taquillas.

Ya en Kremlin nos dirigimos a la Plaza de las Catedrales. Allí se encuentran 4 de las principales catedrales de la Iglesia Ortodoxa. Destaca el Templo de la Dormición. En él se han llevado a cabo las principales ceremonias de la Iglesia. Los cuatro templos datan de distintas épocas pero conservan una clara relación.

En la parte posterior de uno de los templos se encuentran la Campana Zarina y el Cañón Zar. Dos inconmensurables obras que recogen el espíritu ruso - siempre lo más ostentoso, aunque inútil - el cañón nunca disparó y la campana se rompió antes de poder sonar.

Para no llegar tarde a la Armería, ya que la entrada es a una hora concreta, nos dirigimos directamente allí. En las primeras salas se encuentran muchos de los trajes de fiesta de la familia real, mientras que en la segunda están las carrozas de Ekaterina y Elisabeta. Son enormes y suntuosos y todos ellos fabricados en distintos países de Europa.

Las siguientes salas se encuentran en el nivel superior. En las primeras, se haya la armería propiamente dicha: todo tipo de ingenios militares, adornados con metales y piedras preciosas. En la última sección están los utensilios para los banquetes, coronas y demás ornamentación. En conjunto, el museo es precioso y representa muy bien el carácter de la familia real rusa.

Dentro del recinto del Kremlin solo puedes caminar por la acera y cruzar la calle por el paso de peatones. Solo poner un pie para cruzar por donde no es debido y escuchas el silbato de uno de los muchos policías de tráfico. El ir y venir de coches oficiales es incesante dentro del palacio.

Salimos del Kremlin, y, tras recoger el bolso, dimos un paseo por Tverskaya, amplia avenida muy popular en Moscú. Allí se encuentran muchas tiendas de todo tipo. Comimos en la cafetería Shocolanitnitsa, estilo Starbucks, una cadena muy extendida en Moscú: unos crepes rellenos de patata y setas y una limonada de sandia. La comida era buena y no demasiado cara, el trato muy agradable.

Escrito por: Suso

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